Excelente fuente de calcio, rico en proteínas de alta calidad, elevado contenido de nutrientes en relación a su contenido calórico, fácil de digerir, equilibra el intestino, protege al estómago de las erosiones que producen ciertos fármacos, favorece las defensas..., multitud de beneficios se concentran en un vasito de yogur. La excelente textura y delicioso sabor de este postre lácteo ya eran conocidos hace 4500 años en los Balcanes y zonas de Asia Menor, y desde entonces han sido fundamentales en la alimentación humana.
Por todas estas saludables razones es ingrediente fundamental en muchas recetas de nuestro blog, principalmente en dulces sustituyendo quesos cremosos y mantequillas, aligerando así la receta y aportando todos los beneficios del yogur.
Y hoy os hacemos otra deliciosa propuesta en la que el yogur es el protagonista, una receta que recuerda a la tarta de queso pero mucho más saludable y ligera.
Ingredientes:
Tres yogures naturales
300 ml de nata
Cinco hojas de gelatina
100 gr de azúcar
Una cucharada sopera de leche condensada (opcional)
75 ml de leche
Diez galletas de avena
50 gr de mantequilla
Mermelada de arándanos
Elaboración:
En primer lugar ponemos a enfriar la nata y el recipiente donde vayamos a montarla, los dos deben estar muy fríos.
Hidratamos las hojas de gelatina en un cuenco con agua fría.
Preparamos la base de galletas triturando éstas y mezclándolas con la mantequilla derretida (unos 20 segundos al microondas son más que suficientes). Cuando la mezcla esté hecha una masa la ponemos en el fondo de un molde que habremos forrado de papel film para que luego sea más fácil desmoldar la tarta. Apretamos masa muy bien con el dorso de una cuchara para que quede una base bien firme.
Una vez fría la nata y el recipiente, montamos la nata con la mitad del azúcar y reservamos.
En un bol amplio mezclamos los yogures con el azúcar restante, la leche condensada y la gelatina que habremos escurrido y disuelto en la leche bien caliente.
En este momento, sin dejar de remover, vamos añadiendo la nata montada con movimientos envolventes y con ayuda de una lengua.
Cuando hayamos conseguido una mezcla homogénea y esponjosa la vertemos sobre la base de galletas y la llevamos a enfriar a la nevera donde deberá permanecer al menos cuatro horas.
La mermelada la vertemos con cuidado sobre la tarta cuando esté bien sólida y ya está lista para servir.
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